lunes, 16 de noviembre de 2009

La evolución del caballo puede seguirse a través del registro fósil.
La
evolución ha hecho que sufra unas modificaciones óseas importantes como un aumento de su tamaño y en especial de sus extremidades, que reduzca los dedos de las extremidades a uno solo rodeado de un material córneo llamado casco o vaso. En las extremidades delanteras, el cúbito y radio se han fusionado dando lugar a un único hueso, al igual que ha sucedido con la tibia y el peroné lo que impide que pueda girar lateralmente las manos y pies (desde antiguo se llaman así debido al parecido óseo con el ser humano).

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